Crónica de una noche conmovedora

Se entregaron los premios FICIP

Como estaba previsto, un poquito después de las 20, la sala 2 del Gaumont concentró a candidatos, jurados, representantes de instituciones y de las embajadas de países participantes, periodistas, fotógrafos y algunos amigos.

Osvaldo Cascella en nombre de FICIP fue el encargado de la conducción y con la entrega de los premios a los ganadores de la categoría cortometrajes a cargo de las jurados
Victoria Carreras y Eugenia Levin comenzó la ceremonia, mientras en primera fila también estaban el resto de los jurados de otras categorías como Virginia Croatto y Fabián Forte.

Se sucedieron así emocionados agradecimientos por la realización del festival que permite a jóvenes del interior mostrar su trabajo como declaro Gastón Bejas (tucumano), al recibir su premio por La escondida , fuertes reclamos por la situación del cine y la cultura a cargo de Ernesto Ardito, director de Ataque de pánico. Lo mismo que Matías Scarvacci y Diego Gachassin ganador por Los cuerpos dóciles.

Aunque seguramente quedará para la memoria la contundente declaración del brasileño Eryk Rocha cuando acompañado por Mariana Arruti y el venezolano Victor Luckert (los otros dos integrantes del jurado la categoría largometraje internacional), tomó el micrófono e inició así su discurso: “Eternamente fora Temer…”; lo que provocó una ovación y a continuación, y antes de anunciar los premios comentó el asombro que le había causado la cantidad de gente que asistió al Festival: “Nosotros que recorremos todos los festivales estamos acostumbrados a salas semi vacías”

Llegó entonces el esperado anuncio: Grozny Blues, era la ganadora de la categoría más importante del Festival “largometraje internacional”, seguida por El rey borni/ el rey tuerto y El sueño más grande.

La premiación terminó entre aplausos y abrazos.

Poco después en la misma sala 2 se iniciaba la proyección de la ganadora en tanto premiados, jurados y organizadores se traladaron a San Telmo para celebrar y brindar en Rosa de los vientos.

Mientras Clelia y Clara Isasmendi, Mauro Simone y Osvaldo Cascella suspiraban aliviados.

Por Nora Lafon

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